Porque para mí lo más importante es mi Familia

Hay un anuncio de seguros de un banco que me ha hecho pensar mucho últimamente.

          El anuncio dice: Porque para mí, lo más importante es mi familia. Considero que es una campaña publicitaria muy bien lograda porque, a fuerza de leer el slogan una y otra vez, hace que uno mismo se plantee una cuestión importantísima: ¿Es verdad que para mí, lo más importante, es mi familia?

Pienso que la mayoría de las personas contestaríamos la pregunta de modo afirmativo: Sí, es verdad.

EL JARRÓN DE PORCELANA

Cuando algo es relevante para nosotros lo cuidamos con esmero para que no le pase nada y procuramos evitar que los demás lo dañen. A este respecto, viene a mi cabeza el mítico acontecimiento en el que a una persona le rompen su valiosísimo jarrón chino de porcelana. Después de lo que le ha ocurrido pondrá el máximo empeño en asegurarse de que todos los demás objetos de valor que posee estén bien protegidos.

Y, ¿cómo cuidamos nuestra familia?; ¿ponemos el mismo empeño?; ¿buscamos buenas fórmulas para que no se dañe?

No podemos negar la realidad de que actualmente existen algunas campañas que quieren acabar con la familia. Ante esto hemos de estar vigilantes para que nuestra familia no se dañe. Sería necio por nuestra parte pensar que a nosotros no nos va a afectar, ya que todos estamos inmersos en la misma sociedad. Por esta misma razón, hemos de hacer todo lo que esté en nuestras manos para contribuir al buen estado de las demás familias.

CINCO IDEAS PARA CUIDAR NUESTRA FAMILIA

En este artículo se presentan cinco ideas sencillas y muy eficaces:

Creer en la familia: lo primero que necesitamos hacer es creer en la familia y creer en nuestra propia familia. Sólo cuando estamos convencidos de una idea la defendemos sin medida. Y, ¿cómo sabemos si creemos en la familia?

Algunos indicadores podrían ser:

– Valoramos muy positivamente el hecho de tener una familia.
         – Dedicamos tiempo a recordar vivencias que hemos tenido con algún familiar.
         – Tenemos alguna imagen de nuestra familia.
         – Narramos a nuestros hijos, nietos… historias de familia.
         –  Nos gusta hablar a los demás de nuestra familia.
         – Reconocemos que nuestra familia, cada uno la suya, es el único lugar en el que se nos quiere como somos.
         – Confiamos plenamente en que, todo lo que nos dicen, aunque a veces nos duela, es para nuestro bien.
         – Notamos que nos respetan y tienen en cuenta nuestras opiniones.
         – Nos alegramos con ellos en lo bueno, y nos apenamos con las malas noticias.
         – Sabemos que nuestra familia es el mejor sitio para aprender a querer de verdad.

Y, para que esto se dé, todos tenemos que poner de nuestra parte. No es tarea fácil en el día a día, pero cuando creemos de verdad en nuestra familia, todo se hace mucho más fácil.

Dedicar tiempo a la familia: A hacer familia se aprende haciendo.

Dedicar tiempo a la familia es dialogar los padres con cierta frecuencia sobre su proyecto de familia: ¿cómo se encuentra nuestra familia?; ¿sabemos ver lo que va bien, lo que va mal, y qué se puede hacer para que mejore…? Y, tras el diálogo, es muy importante marcarse los mismos objetivos y comprometerse los dos a cumplirlos.

Además, a medida que los hijos van creciendo, es aconsejable que propongan ellos también sus ideas; de este modo, logramos que todos los miembros de la familia se involucren. Las familias que tienen objetivos comunes, funcionan como un equipo.

Dedicar tiempo a la familia es ir a visitar a los familiares: a los que viven cerca, a los que viven lejos, a la familia del marido, a la familia de la mujer…cuan-do nos apetece y cuando se nos hace cuesta arriba; porque, si dejamos pasar largo rato sin vernos la relación entre nosotros se enfría.

Dedicar tiempo a la familia es querer hacer la vida más fácil a los demás: una manera de mostrar que queremos a los nuestros es siendo capaces de sacrificarnos alguna vez por ellos. ¡Cuántas cosas estamos dispuestos a hacer por los amigos y qué difícil nos resulta hacer una sola cosa por alguien de nuestra casa!

Dedicar tiempo a la familia es hacer planes en familia. No dejar que los planes surjan solos y sobre la marcha. Reservar algún momento de la semana para programar las actividades familia­res que vamos a hacer. Lo ideal es proponer a los hijos, desde que son pequeños, actividades que les motiven, que les hagan descubrir lo bien que se puede pasar con la familia. Así, conseguiremos que cuando sean mayores, les siga apeteciendo pasar algunos ratos con nosotros. A medida que van cumpliendo años irán haciéndose independientes y preferirán quedar con sus amigos, pero habrán aprendido lo que hemos tratado de inculcarles en su infancia.

Teniendo en cuenta las edades de nuestros hijos y otras variables (las condiciones meteorológicas; el momento del día…), elegiremos un plan u otro para hacer. Algunas ideas:

–       Hacer una excursión. Ir a comer fuera.
         –       Ver y comentar una película.
         –       Desayuno familiar el domingo.
         –       Juegos en casa o al aire libre.
         –       Ir a dar un paseo el sábado por la tarde.
         –       Preparar un postre.
         –       Pasar unos días de vacaciones.
         –       Practicar deporte.

Celebrar todo lo celebrable: ayuda de manera especial a cuidar la familia hacer celebraciones. En una familia hay mucho que celebrar; surgen numerosas ocasiones y es bueno darles importancia. Pienso que muchas veces, especialmente cuando vamos creciendo no somos conscientes de lo que puede llegar a significar el tenerlas o no en cuenta; todas ellas contribuyen a hacer familia. Se pueden celebrar los santos, los cumpleaños, los aniversarios de boda, las buenas notas, el f n de carrera, la Navidad, un nuevo nacimiento… ¡Hay tanto por celebrar! Las celebraciones sirven para unir, son momentos agradables en que nos reunimos y pasamos un buen rato. ¿Quién no recuerda alguna celebración familiar?

Fomentar la comunicación: la comunicación es crucial en cualquier relación para que funcione bien. No se entiende una familia en que falte la comunicación entre sus miembros. Para lograrlo, es fundamental crear un ambiente de comunicación y apertura en casa que promueva la sana expresión de los sentimientos y emociones. Hay varios modos de conseguir esto:

Dedicar algún momento del día, la comida, la cena, el rato de después de comer…, a mantener una auténtica conversación. Es la manera que tenemos de enterarnos, unos y otros, de lo que hemos hecho en el día, si hemos tenido alguna alegría, si hemos pasado un mal rato…etc.

Enseñar a los hijos mayores a respetar y tomar en serio lo que cuentan los pequeños.

Desayunar, comer y cenar sin televisión para facilitar las conversaciones.

Los padres, estar siempre dispuestos a escuchar a nuestros hijos. Si cuando vienen a contarnos algo siempre les decimos que no podemos atenderles, acabarán por dejar de querer hablar con nosotros…

Intentar colocar en un sitio apartado el móvil y todos los demás dispositivos que puedan interferir en las conversaciones.

Utilizar los medios que existen actualmente para mantenernos informados, tener un chat familiar.

Practicar el buen humor: El buen humor no aparece por arte de magia, aunque hay gente que nace con él… Como casi todo en la vida, requiere poner un poco de nuestra parte. Consiste principalmente en tener una actitud positiva hacia la vida, hacia lo bueno y lo no tan bueno; saber mantener la alegría a pesar de las circunstancias. Claro que nuestros hijos necesitan autoridad y disciplina, pero la infancia también necesita un tiempo para reírse. Fomentar en nuestros hijos el buen humor les ayudará a contar con recursos para superar problemas y disgustos.

Todos experimentamos que, cuando nos falta el buen humor la vida se nos hace más cuesta arriba…

JUNTOS PODEMOS

Cuando aparecen problemas en nuestra familia es muy doloroso. Puede suceder que frente a las dificultades familiares, a veces no sepamos qué hacer y esto nos cause mucha frustración. La solución a los problemas no siempre es sencilla, pero cada uno de nosotros tenemos la oportunidad de intentarlo, y poco a poco podemos lograr resultados.

Diferentes casos, diferentes soluciones:

Hay situaciones que serán fáciles de arreglar y buscarles remedio rápidamente evitará que deriven en un problema mayor. Si vemos que el problema es grande, queremos resolverlo, y se nos va de las manos, hemos de buscar ayuda cuanto antes: Existen centros de Orientación Familiar que tienen como fin último la solución de problemas y la toma de decisiones positivas. La Mediación Familiar, persigue posibilitar acuerdos duraderos de corresponsabilidad, muy especialmente aquellos que produzcan beneficios para los hijos.

Una situación familiar difícil, una vez resuelta, puede fortalecer y unir a todos sus miembros y ser una buena ocasión para aprender de todos.

VIENE BIEN PENSAR UN POCO

Piensa antes de actuar. Piensa antes de hablar. ¿Por qué no piensas un poco lo que acabas de hacer?… Seguramente, a la mayoría de nosotros nos han lanzado alguna vez preguntas de este tipo. En ese momento nos ponían furiosos y pensábamos que nos decían una tontería, pero, según se va viviendo, uno reconoce que aquello que le decían era una gran verdad: Hay que pararse a pensar. Y, si tanto valor damos a la fa­milia, ¿cómo vamos a dejar de pensar en ello?

Algunas frases para reflexionar sobre la familia:

–  ¿En qué piensas?- preguntaron al joven;

En mi familia- contestó.

¡Bien!, entonces, ¡sigue pensando!

–  En la familia se ríe, se llora, se sufre y se ama.

–  ¿Quieres amar a tu familia? Empieza por no pensar en ti mismo.

–  El mejor regalo que le puedes hacer a tu familia es tiempo para estar con ellos.

–  La familia es como la música, algunas notas altas, otras bajas, pero siempre es una hermosa canción.

–  ¿Qué puedes hacer para promover la paz mundial? Ve a casa y ama a tu familia. (Madre Teresa de Calcuta).

–  Tú no eliges a tu familia. Ellos son un regalo de Dios para ti. (Desmond Tutu).

Fuente: sontushijos.org

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