Despertar en nuestros hijos un Amor por los grandes ideales

Soy madre de 6 hijos: 5 chicas y 1 chico, y hace unos días tuve la oportunidad de leer en un periódico un artículo sobre “los nuevos soldados de Dios” donde jóvenes con “carreras, idiomas y un brillante futuro profesional, renuncian a él para seguir los pasos de Ignacio de Loyola”.

          Pienso: ¡¡qué suerte para la familia jesuita, para la Iglesia y para sus familias!!

          Nosotros tratamos de educar a nuestros hijos, de ayudarles a mantenerse en ese camino que conduce a la felicidad, que empieza en el embarazo y dura toda la vida y que tiene dos momentos importantes: su trabajo profesional y su vocación sobrenatural.

          En la educación, como en la vida, no podemos andar a trompicones, por eso es necesario conocer a nuestros hijos y ayudarles a que se conozcan, teniendo en cuenta también, los datos que nos vayan aportando desde el colegio, el instituto…

          Hay que tener claro que los hijos han de hacer su propia vida, no una prolongación  de la nuestra ni lo que a nosotros nos hubiese gustado hacer o ser.

          Tenemos que despertar en nuestros hijos, desde pequeños, un amor por los grandes ideales, y hacer de ellos personas que, con sus virtudes y defectos, sepan luchar, vencer y encajar las derrotas (que seguro llegarán)

          Nuestro fin es alcanzar el cielo, la santidad, y para ello hay que descubrir la Voluntad de Dios, ¿qué quiere de mi?, y esforzarnos por hacerla realidad. Para cada uno, Dios tiene un proyecto desde siempre. Sólo Él lo sabe y nosotros tenemos que descubrirlo. Para algunos será dentro del matrimonio, pero para otros será un “déjalo todo, vende lo que tienes y sígueme”, una vida entregada más intensamente al servicio de los demás.

          No pongamos trabas a la Voluntad de Dios porque Él sabe más, Él es quien tiene el mayor empeño en que “eso” salga adelante y no somos nosotros, los padres, quienes tenemos que contestar a esa invitación de Dios, son ellos los que tienen que decidir.

          ¿Miedos “humanos” como padres? Todos los del mundo; ¿miedos sobrenaturales? Ninguno. Sólo podemos decir ¡Gracias Señor por haber escogido a uno de los míos!

          PD: cada día pido por la vocación sacerdotal de mi hijo y otras para mis hijas…

Autora: Ana Revilla Cernuda Fuente: sontushijos.org

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