“Mi nombre es Martina Holgado Margalet y soy una niña misionera en Ecuador. Aunque tengo 12 años, hace tres años vine siguiendo a mis padres y a mis tres hermanos mayores a una gran aventura: dar a conocer el Evangelio de Jesús a una ciudad de la selva amazónica llamada Puyo.
Yo no hago tanta misión como mis padres, que se llaman Álex y Karen, pero sí doy ejemplo yendo al colegio cada día, tratando de ser estudiosa y haciendo nuevos amigos, con los que a veces hablo de Jesús y de las cosas que hago con mi familia en la Iglesia. Quiero hacer siempre lo que Dios quiera.
Cuando llegué estaba con mucho miedo, pues era la primera vez que salía de España. No fue nada fácil, ya que tuve que despedirme de los abuelos, los primos, los tíos… y dejar a todos mis amigos, el colegio, la casa… en fin dejé todo lo que conocía, absolutamente todo.
Recuerdo, antes de que despegara el avión para Ecuador, ver mi maletita, y pensar: ahora toda mi vida está en esa simple maleta. Me llevé la ropa de verano, unas muñecas, mi oso de peluche y tres libros. Además era la primera vez que volaba en avión y teníamos que pasar por encima del Océano Atlántico, eso me tenía muy nerviosa. Luego, había que viajar en coche cinco horas, atravesando las montañas de los Andes, donde hay volcanes activos, como el Cotopaxi y el Tungurahua, hasta la selva. El viaje fue una gran aventura, de la que anoté muchas cosas en un diario que mi madre me había regalado para que todo quedara ahí guardado. A veces me gusta volver a leerlo, porque fue la verdad la gran aventura de mi vida.
Ahora tengo muchísimos amigos, los mejores que he tenido. Mis mejores amigas se llaman Mariela, Naomi y María José. Costó bastante adaptarse al nuevo clima, con tanta lluvia, al vocabulario, la comida, los bichos y todo. Al principio fue difícil, pues el significado de una simple palabra cambia y no entiendes bien lo que te dicen. Pero todo el mundo me recibió con los brazos abiertos y me han ayudado mucho. Ahora me gustan bastante algunas comidas de aquí, como las salchipapas o el hornado de chancho, aunque otras no tanto, como el mote, que es maíz hervido. También he empezado a practicar el taekwondo (ya tengo el cinturón verde) y asisto a la catequesis de Confirmación. Mi profesora de catequesis se llama Judith y nos tiene mucha paciencia, aunque yo me porto bien.
Os invito a todos vosotros, niños de Infancia Misionera, a dar ejemplo de que sois amigos de Jesús yendo a la catequesis, siendo buenos y ayudando a todos los que lo necesitan. Porque Dios está en cada uno de nosotros y nos quiere mucho. Un saludo a todos vosotros y recordad que Dios nos ama”.